CIUDAD DE MÉXICO.- “El cerebro se asemeja a una máquina que siempre está encendida y en la que su funcionamiento depende del tipo de ‘combustible’ que se le suministre”, señala el artículo publicado por la escuela de Medicina de Harvard “Psiquiatría nutricional: tu cerebro en la comida”. Asimismo, diversos estudios plantean fuertes correlaciones entre una dieta saludable y el bienestar mental.
Ese “combustible”, que refiere dicha publicación, consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), para comprender el vínculo entre la salud mental y la alimentación, proviene de los alimentos que se consumen, y lo que hay en él marca la diferencia. En pocas palabras, apunta, lo que se come afecta directamente la estructura y función del cerebro y, en última instancia, el estado de ánimo.
El cerebro funciona mejor cuando solo recibe combustible “premium”. Comer alimentos de alta calidad que contienen muchas vitaminas, minerales y antioxidantes, nutre el cerebro y lo protege del estrés oxidativo. Múltiples estudios han encontrado una correlación entre una dieta alta en azúcares refinados y una función cerebral deteriorada e, incluso, un empeoramiento de los síntomas de los trastornos del estado de ánimo, como la depresión.
De igual manera, una investigación difundida por el American Journal of Public Health destaca el papel de la dieta habitual en el desarrollo de los trastornos y síntomas depresivos entre niños y adolescentes, concluyendo que una alimentación pobre en nutrientes y que contempla mayor consumo de alimentos procesados se asoció con un aumento en la probabilidad de padecer depresión y ansiedad.
En ese mismo sentido, la revista especializada European Neuropsychopharmacology revela que hay evidencia científica para asociar el vínculo entre la nutrición y la salud mental. “Por ejemplo, un mayor consumo de una dieta rica en frutas y verduras frescas se ha asociado con una mayor felicidad y niveles más altos de bienestar”.
Después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el fin de la emergencia internacional por la pandemia de Covid-19, especialistas en todo el mundo han alertado sobre la afectación de la salud mental entre la población, particularmente en jóvenes de 20 a 24 años, a quienes el estrés, la ansiedad y la depresión les pueden generar pensamientos suicidas y de autolesión.
Y de acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), se calcula que más de 1 de cada 7 adolescentes en el mundo de entre 10 a 19 años sufre un trastorno mental. Casi 46 mil adolescentes se suicidan cada año, siendo este tipo de padecimientos una de las cinco principales causas de muerte para ese grupo de edad.
Por su parte, en nuestro país, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el suicidio en personas de entre 15 y 29 años ha aumentado. En 2015 se estimó una tasa de 8.1 muertes por lesiones autoinfligidas por cada 100 mil. En 2021, la tasa de suicidios para el mismo grupo fue de 10.4 por cada 100 mil. En el caso de los hombres de 15 a 29 años, el aumento en el riesgo de suicidio aumentó de 12.4, en 2015, a 16.2, en 2021.