• 23/11/2024
Telescopio James Webb halla el agujero negro más antiguo que se ha visto nunca

Telescopio James Webb halla el agujero negro más antiguo que se ha visto nunca

ESTADOS UNIDOS.- El telescopio espacial James Webb es ya todo un profesional en lo que a la detección de objetos lejanos se refiere. Ahora, ha llegado el turno del agujero engro más antiguo que se ha observado jamás. Se calcula que se formó 400 millones de años después del Big Bang, que data de hace 13.000 millones de años. Eso lo hace ya suficientemente único. Pero cuenta con más peculiaridades.

En primer lugar, llama la atención su tamaño, que desafía a los conocimientos existentes sobre los agujeros negros. Pero, en segundo lugar, también es muy curiosa la forma en la que está engullendo su galaxia.

Es bien conocido que los agujeros negros supermasivos suelen formarse en el centro de galaxias, de cuya materia se van aliementando. Pero la peculiaridad del agujero negro más antiguo jamás registrado es que se alimenta de la suya a un ritmo vertiginoso, por el que puede que pronto ambos acaben desapareciendo. La galaxia por ser engullida por el agujero negro y este por no tener nada más de lo que seguir alimentándose.

Los agujeros negros no pueden verse. Si los astrónomos son capaces de detectarlos es gracias a su disco de acreción. Estos son discos de gas y polvo que se arremolinan en torno al agujero negro, que a su vez tira de ellos hacia su interior. Ya sabemos que son tan masivos que atraen todo hacia ellos. Nada que pase de una distancia concreta, conocida como horizonte de sucesos, puede escapar de ellos. Ni siquiera la luz.

Por eso, se genera ese disco de material arremolinado a su alrededor. El gas que lo compone se calienta tanto que emite una gran cantidad de energía, que puede ser detectada por los instrumentos de los telescopios.

Eso es lo que permitió comprobar que en el centro de la galaxia GN-z11 había un gran agujero negro. Este era especialmente energético, tanto que, según las mediciones realizadas, su masa debe ser unos pocos millones de veces la de nuestro Sol. El telescopio James Webb, especializado en la captación de objetos muy distantes, pudo localizarlo y calcular su antigüedad, que lo sitúa como el agujero negro más antiguo que se ha detectado jamás. Pero hay algo más que llama la atención.

Aunque aún hay algunos misterios sobre el origen de los agujeros negros, se cree que se forman por el colapso de estrellas antiguas, que llegan a la fase de explosión de supernova. Si la estrella que explotó era muy masiva, se forma un agujero negro, que poco a poco va absorbiendo material de su alrededor, haciéndose más grande.

Inicialmente se trata de un núcleo denso y pequeño. O eso es lo que se creía. Sin embargo, aun siendo tan antiguo, este agujero negro parece demasiado grande. No habría pasado suficiente tiempo para que llegase a crecer tanto. ¿Significa eso que los agujeros negros pueden nacer ya grandes? Eso iría en contra de todo lo que se conoce de ellos hasta el momento.

Las mediciones realizadas en torno a este agujero negro han demostrado que, en realidad, no es que naciese ya grande. Su peculiaridad es que atrae hacia él la materia con una fuerza mucho mayor que la de otros agujeros negros más jóvenes.

Eso podría indicar alguna peculiaridad de la formación de agujeros negros más longevos que aún se escape a los científicos. Lo que está claro es que engulle a tanta velocidad que ha crecido vertiginosamente en relativo poco tiempo. Y la mayor perjudicada de todo esto es su galaxia.

Cuando los agujeros negros atraen hacia ellos el gas demasiado rápido, se genera un viento que, según los autores del estudio que se acaba de publicar en Nature, podría estar dificultando el desarrollo de la galaxia. No es capaz de crecer y su poca materia está siendo pasto del agujero negro. Por lo tanto, no sería raro que termine desapareciendo, llevando también al agujero negro más antiguo que jamás se ha visto a su propia desaparición.

Todavía debe quedar muchísimo tiempo para que esto ocurra, por lo que los científicos pueden observar con calma todos esos datos que hacen a este objeto tan especial. Y, ¿quién sabe? Con el James Webb de su parte, puede que pronto sean capaces de encontrar muchos más agujeros negros como este.

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