CIUDAD DE MÉXICO.- Después de tres días de contingencia ambiental en la Ciudad de México y la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) anunció la suspensión de los protocolos de la Fase I. Se trata de la racha más larga de alerta desde 2019. El jueves 22 de febrero se anunció la acumulación de ozono (O3) y se activaron medidas para mitigar la exposición al aire contaminado.
Dicha acumulación de O3 provocó la implementación del doble “Hoy No Circula” en un esfuerzo por suprimir la generación de contaminantes. En 2019, la contingencia más larga duró tres días con cuatro horas, mientras que la de este febrero duró tres días. La diferencia fue poca, pero su larga duración es un reflejo de lo que puede estar por venir a lo largo del año.
A principios de febrero, la CAMe publicó un comunicado en el portal del Gobierno de México en el que anunciaba que se esperaban de tres a ocho contingencias ambientales para el presente año. Aún no termina el mes y estamos viviendo la contingencia más larga en cinco años según los registros. Sin embargo, no se trata de un problema desconocido para la capital del país, mucho menos en esta época conocida como “temporada de ozono”.
Dicha temporada no está asociada a una fecha en específico, sino que se relaciona con las condiciones meteorológicas y la actividad contaminante humana que contribuye a la generación de ozono. Altos niveles de este compuesto pueden tener efectos negativos en la salud, principalmente problemas respiratorios.
Existen varios factores que catalizan la acumulación de ozono, entre los que se encuentran la radiación solar intensa, altas temperaturas, poca humedad y diversos fenómenos atmosféricos que provocan el aumento de partes por millón (ppm) de O3.
2024 puede ser aún más caluroso y complicado que 2023
En el caso de Ciudad de México y ZMVM, se considera activar la primera fase de la contingencia cuando hay más de 150 puntos de O3, lo cual equivale a 154 partículas por millón en el promedio registrado cada hora.
Varios días antes del inicio de la contingencia, el Servicio Meteorológico Nacional informó que había una probabilidad del 79% de que terminara el fenómeno meteorológico conocido como ‘El Niño’, pero a costa del incremento en la probabilidad de que se genere ‘La Niña’.
‘El Niño’ provoca aumentos en las lluvias, sobre todo en Sudamérica. Por el contrario, ‘La Niña’ incrementa las precipitaciones alrededor del sudeste asiático y Australia. Sin embargo, ambos comparten un problema terrible: las sequías, sobre todo en América del Norte. Esto solo puede indicar olas de calor y la permanencia de la aridez que se vivió durante 2023.
Si se completa la transición de un fenómeno a otro, las cosas se complicarán a lo largo del año, ya que se estima que 2024 será aún más caluroso que 2023, el cual ya ostenta la medalla como “el año más caluroso” desde que comenzaron los registros. Este ritmo solo provoca que las contingencias sean más comunes y duraderas, como la que vivimos desde el jueves pasado hasta hace unos minutos.
