ANTÁRTIDA.- El misterio que rodea el extraño fenómeno conocido como “cataratas de sangre”, en la Antártida, por fin quedó resuelto. Todo gracias al trabajo de Ken Livi, un científico-investigador del Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales de la Escuela de Ingeniería Johns Hopkins.
Las “cataratas de sangre” de la Antártida es el nombre con el que se conoce al fenómeno de coloración rojiza que se presenta en una parte del hielo del glaciar Tylor, que se ubica en la zona de la costa de la Antártida Oriental. El glaciar fue descubierto en 1911 por el geólogo británico Thomas Griffith Taylor durante la Expedición Terra Nova a la Antártida.
Thomas Griffith Taylor llamó a este fenómeno “Blood Falls”, debido a que su apariencia asemejaba una cascada de sangre.
De acuerdo con Ken Livi, el motivo por el cual parte del hielo del glaciar Tylor se vuelve carmesí es por una gran cantidad de nanoesferas de hierro que se oxidan y vuelven el agua aparentemente “sangrienta”.
“Tan pronto como miré las imágenes del microscopio, noté que había estas pequeñas nanoesferas y que eran ricas en hierro, y tenían muchos elementos diferentes, además del hierro (silicio, calcio, aluminio, sodio) y todos variaban”, dijo Livi.
Las nanoesferas de hierro provienen de la microbiología antártica, señaló el experto, y esto se debe a que debajo de las aguas salinas del glaciar antártico, las cuales son aguas antiguas ricas en hierro y sal, habitan microorganismos que han estado ahí por millones de años.
Para saber esto, el experto utilizó potentes microscopios electrónicos de transmisión en las instalaciones de Caracterización y Procesamiento de Materiales, a través de los cuales examinó sólidos en muestras de agua de “Blood Falls”. Dichas muestras fueron recolectadas utilizando dispositivos y métodos idénticos a los empleados por los rovers que atraviesan la superficie de Marte.
Estos hallazgos marcan una diferencia con otras investigaciones debido a que Livi consideró la naturaleza no mineral de las nanoesferas que identificó en su análisis.
“No se detectó no sólo porque son minúsculas, sino también porque los equipos de investigación anteriores creían que algún tipo de mineral estaba causando el agua ‘sangrienta’, y el verdadero culpable, las nanoesferas, no son minerales”.
Livi trabajó en el proyecto como parte de un equipo que incluía expertos de otras instituciones, incluida Jill A. Mikucki, una microbióloga de la Universidad de Tennessee que ha investigado el glaciar Taylor y las “cataratas de sangre” durante años.
Los resultados de esta investigación fueron publicados en Frontiers in Astronomy and Space Sciences