CIUDAD DE MÉXICO.- Mantener los niveles de azúcar en la sangre bajo control es esencial para cuidar la salud y prevenir enfermedades como la diabetes tipo 2. Aunque muchos factores influyen en el equilibrio de la glucosa, dos hábitos cotidianos juegan un papel clave: no saltarse comidas y mantenerse bien hidratado.
Cuando una persona se salta una comida, el cuerpo intenta compensar esa falta de energía al liberar glucosa almacenada en el hígado. Esto puede provocar subidas y bajadas de estos índices, lo que genera síntomas como:
Cansancio o mareos
Dolor de cabeza
Irritabilidad
Además, pasar muchas horas sin comer puede aumentar el apetito y llevar a consumir en exceso en la siguiente comida, lo cual puede elevar bruscamente los picos de azúcar en el torrente sanguíneo; por ello, el ingerir alimentos a horarios regulares ayuda a mantener estables la falta de insulina en la sangre.
¿Cómo deben ser las comidas para mantener el azúcar estable?
Lo ideal es incluir en cada comida una combinación equilibrada de carbohidratos, fibra, proteínas y grasas saludables. Por ejemplo, comer frutas con avena y nueces en el desayuno o combinar arroz integral con verduras y legumbres en la comida favorece una absorción más lenta de la glucosa y evita aumentos bruscos de azúcar.
El rol del agua en el control del azúcar en la sangre
El consumo de agua también es fundamental para regular estos componentes del organismo. Cuando el cuerpo está deshidratado, la concentración de glucosa aumenta; por ello, beber suficiente agua permite que los riñones eliminen el exceso de azúcar a través de la orina y mejora el funcionamiento del metabolismo.
Diversos estudios han confirmado que una adecuada hidratación puede ayudar a reducir el riesgo de hiperglucemia. La recomendación general es tomar entre dos y 2.5 litros de agua al día, aunque esta cantidad puede variar según el clima, el nivel de actividad física y las necesidades individuales.
Controlar el azúcar en la sangre no depende solo de medicamentos o dietas estrictas. Hábitos sencillos como el comer de forma balanceada y tomar suficiente agua pueden marcar una gran diferencia en el bienestar diario. Estas acciones también contribuyen a mantener un peso saludable, mejorar la digestión y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
Además, tomar agua con frecuencia puede ayudar a evitar el consumo de refrescos, jugos procesados y otras bebidas con azúcar añadida, quienes son uno de los principales factores que elevan rápidamente la glucosa en el torrente sanguíneo. Sustituir estas bebidas por agua natural, agua mineral o infusiones sin azúcar es una medida simple y efectiva para cuidar la salud.
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