CIUDAD DE MÉXICO.- Si quieres festejar el Día de Muertos sin gastar mucho y no salir de la Ciudad de México, no hay nada como asistir al tradicional pueblo de Mixquic, ubicado en el sureste de la capital.
El pueblo de San Andrés Mixquic se encuentra en la delegación de Tláhuac. Es conocido por sus tradiciones y festividades relacionadas con el Día de los Muertos, que es una celebración importante en la cultura mexicana.
Durante esta festividad, Mixquic se llena de coloridas ofrendas, altares y calaveras de azúcar, y se realizan diversas actividades para recordar y honrar a los seres queridos que han fallecido.
El pueblo de Mixquic tiene raíces antiguas, ya que su historia se remonta a la época prehispánica, cuando era habitado por los pueblos náhuatl. Posteriormente, con la llegada de los españoles, se estableció la influencia colonial en la región, lo que se refleja en su arquitectura y tradiciones actuales.
Mixquic es un lugar importante para entender la cultura y la historia de México, especialmente en lo que respecta a la relación entre la vida y la muerte, que es un tema central en la tradición del Día de los Muertos en el país.
El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) señala que esta comunidad es un pueblo antiguo, que conserva su estilo antiguo que se puede ver en sus construcciones, como es el caso de la Parroquia de San Andrés Apóstol, construcción que data del año 1537.
“Es un pueblo originalmente agrícola con extensas áreas chinamperas (fracciones de tierras sobre agua) que se dedican al cultivo de lechuga, coliflor, brócoli, acelga, col, romero, betabel y leguminosas. Sin embargo son pocos los campesinos que aún conservan esas tierras para el cultivo”, señala el IMPI.
En Mixquic como es tradición, los preparativos para recibir a sus muertos y a los miles de visitantes que se dan cita en el panteón principal, tiene preparativos como la limpia la casa, se elabora el farol o estrella, para iluminar el camino, los olores de la flor de cempaxúchitl abunda por todo el pueblo, las amas de casa hornearan el pan de muerto en casa, para preparar la famosa ofrenda monumental.
Según el IMPI, para las familias que perdieron a su ser querido en un accidente o en actos de violencia, encienden una veladora el 28 de octubre acompañando su vela en el altar de un vaso de agua y un plato de sal.
El día 29 de septiembre se realiza la primera ofrenda, donde las familias asisten a la iglesia, para llevar flor y limpiar las tumbas de sus muertos.
El 30 de octubre ofrendan para las almas de los muertos no bautizados, normalmente bebes, encendiendo únicamente una veladora y esperan al siguiente a mediodia para que suenen las campanas de la iglesia, “anunciando la llegada de las almas de los niños, adornando los caminos hacia sus casas con pétalos de rosas blancas llegando a las ofrendas”.
El día 1 de noviembre al medio día se despiden las almas de los niños para que a las 2 de la tarde lleguen las almas de los adultos, pero usando la flor al cempaxúchitl y poniendo la comida y bebida que más le gustaba a las personas que fallecieron.
A las 2 de la tarde del día 2 de noviembre las almas de los grandes se retiran, pero antes ofreciendo una canasta con comida para su camino. Durante la noche del día 2 de noviembre las familias se dan cita en el panteón del pueblo para el alumbrado que durara hasta la media noche.
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