JALISCO.- El Nevado de Colima es una de las montañas más importantes de Jalisco por su relevancia biológica, y además la más alta del estado, seguida del Volcán de Fuego, que se encuentra a un costado con sus fumarolas impredecibles y eructos incandescentes.
El Nevado de Colima es visible desde muchas partes de Jalisco, bajo ciertas circunstancias. Es posible encontrarlo desde los cerros de Ajijic. Se atisba como un pico más allá del cielo desde las zonas elevadas de Mazamitla. En días despejados, transitando por la laguna seca de Sayula, es visible en el horizonte como un coloso azul y recóndito. Desde la Zona Metropolitana de Guadalajara también puede encontrarse, pero desde las alturas difíciles de Cerro Viejo, en Tlajomulco, que a su vez es el tercer cerro más alto de Jalisco.
El Nevado de Colima es una de las maravillas de nuestro estado. No es común ver nieve en Jalisco. Si las condiciones climatológicas lo permiten, el Nevado amanece con su cumbre nevada, cubierta de escarcha entre las rocas y los pinos. Año con año esto resulta cada vez más atípico debido a la contaminación, el calentamiento global, y los cambios ecológicos que acontecen a los alrededores de la montaña antigua, provocados por la tala clandestina, la propagación voraz de berries, y el cultivo desbordado e irresponsable de aguacates para saciar el apetito de los gringos.
Todavía más raro aún es ver el Nevado de Colima desde la costa, cuya altura sobrepasa los 4 mil metros sobre el nivel del mar. ¿Pero, es esto posible? Sí. El pasado 26 de febrero del 2024, mientras el Grupo Universitario de Investigación de Mamíferos Marinos (GUIMM) navegaba a través de las aguas de Barra de Navidad siguiendo a una ballena jorobada, alcanzaron a ver en el horizonte más allá del mar y de las sierras la cumbre del coloso cubierta de nieve. Era el Nevado de Colima.
El Nevado de Colima visto desde el mar. ESPECIAL/ Fotografía de Grupo Universitario de Investigación de Mamíferos Marinos (GUIMM)
No es muy común que esto ocurra, pero pasó: los investigadores afortunados pudieron ver el Nevado sin obstáculos de nubes, sin contaminación atmosférica, sin turbulencias marinas, sin bruma entre las sierras, y navegando en mitad del mar. No es la primera vez que los investigadores del GUIMM, que se internan muchos kilómetros en el océano en su labor con las ballenas, localizan a los gigantes de roca, fuego y nieve desde las aguas.
En junio del 2020, pero esta vez desde las costas de Tecomán, fotografiaron no solo al Nevado, sino también al Volcán de Fuego, retratados más allá de un buque carguero en una postal inolvidable que, no obstante, día con día resulta cada vez más extraña debido a la contaminación irreversible que enrarece nuestro mundo, y nos obstruye la visibilidad del horizonte y del cielo.