VATICANO.- El papa Francisco, convaleciente por sus problemas de salud, reapareció este domingo en persona ante los fieles en la Plaza de San Pedro del Vaticano, al final de la misa del Jubileo dedicada a los enfermos.
El pontífice, de 88 años, se encontraba convaleciente y asilado en su residencia vaticana desde el 23 de marzo, cuando salió del hospital Gemelli de Roma después de 38 días ingresado por una neumonía bilateral y otros problemas respiratorios.
Francisco fue llevado en una silla de ruedas desde el interior de la basílica de San Pedro hasta el altar situado en la plaza para las misas públicas y pronunció unas breves palabras, con cierta dificultad por las cánulas nasales que usa para recibir oxígeno.
“Buen domingo a todos, muchas gracias”, dijo a los fieles, para después recorrer parte de la plaza impartiendo bendiciones.
Los fieles lo recibieron con emoción, aplausos y al grito de “viva el papa”.
Después, una mujer leyó un mensaje en su nombre en el que saluda “con afecto” a todos los que han participado en la misa del Jubileo de los Enfermos y agradeció “de corazón” las oraciones por su salud.
El papa Francisco fue ingresado el pasado 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma a causa de una pulmonía bilateral y otros problemas de salud.
Permaneció hospitalizado durante 38 días, hasta que salió del centro el 23 de marzo para proseguir su terapia en su residencia del Vaticano, la Casa Santa Marta.
Antes de abandonar el hospital, el pontífice argentino se hizo ver desde un balcón del hospital, desde donde saludó a los fieles de la calle sentado en una silla de rueda y unas breves palabras.
“Agradezco a todos”, dijo con una voz débil ante la multitud, y agregó: “Veo a esa señora con las flores amarillas, es brava”.
Desde aquel domingo 23 de marzo Francisco ha seguido su convalecencia aislado en la Casa Santa Marta, sin recibir visitas ni participar en ceremonias como la del pasado 2 de abril, cuando se conmemoró el 20 aniversario de la muerte del papa y santo Juan Pablo II.
La última información médica brindada por la Santa Sede apunta que su salud mejora, mientras prosigue su terapia farmacológica y la fisioterapia motora y respiratoria.
Asimismo mejora en el uso de la palabra y, aunque todavía necesita la suministración de oxígeno por cánulas nasales, en momentos del día se le reduce.
Con el papa convaleciente, las misas más importantes son celebradas por cardenales, y por el momento no se ha aclarado qué papel tendrá en los ritos de la Semana Santa (el próximo 20 de abril es la Pascua).
La eucaristía por el Jubileo de los Enfermos estuvo presidida por el arzobispo italiano Rino Fisichella, encargado de pronunciar un texto que el papa había preparado centrándose en la necesidad de no excluir a los enfermos o personas frágiles de la sociedad.
“Queridos hermanos y hermanas enfermos, en este momento de mi vida comparto mucho con ustedes: la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás para muchas cosas, de tener necesidad de apoyo. No es siempre fácil, pero es una escuela en la que aprendemos cada día a amar y a dejarnos amar”, confesó.
En el texto, aseguraba que “la enfermedad es una de las pruebas más difíciles y duras de la vida” pero que “la habitación del hospital y el lecho de la enfermedad pueden ser lugares donde se escuche la voz del Señor”.
En este sentido, citó a su antecesor, Benedicto XVI, fallecido con 95 años el 31 de diciembre de 2022 y que en su encíclica ‘Spe Salvi’ (2007) sostuvo que “la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento” y que “una sociedad que no logra aceptar a los que sufren es cruel e inhumana”.
“Es verdad, afrontar juntos el sufrimiento nos hace más humanos y compartir el dolor es una etapa importante de todo camino hacia la santidad”, sentenció.
Por eso, instó a la sociedad a “no relegar al que es frágil” como, denunció, “lamentablemente vemos que a veces suele hacer hoy un cierto tipo de mentalidad”.
“No apartemos el dolor de nuestros ambientes. Hagamos más bien de ello una ocasión para crecer juntos”, emplazó.
Después, la Santa Sede difundió el texto que tenía preparado para el Ángelus dominical, publicado por escrito dada su imposibilidad de pronunciarlo desde la ventana del Palacio Apostólico.
Y en ese mensaje, no solo volvió a aludir a su hospitalización y su convalecencia, sino que exigió mejoras para los servicios sanitarios de todo el mundo y para sus trabajadores y pacientes.
“Rezo por los médicos, enfermeros y trabajadores sanitarios, que no siempre tienen las condiciones adecuadas para trabajar y, a veces, incluso son víctimas de agresiones. Su misión no es fácil y debe ser apoyada y respetada”, defendió el pontífice.
Para después expresar su deseo de que “se inviertan los recursos necesarios para la atención y la investigación, para que los sistemas sanitarios sean inclusivos y atiendan a los más frágiles y pobres”.