Todos tenemos, más o menos claro, la certeza de que un mensaje emitido por un interlocutor, válido o no, puede llegar a transmitirse a la velocidad de la pólvora y calar profundamente en los cerebros de los receptores.
La no validación de la información, la no utilización de vías profesionales, cualificadas, provoca que una persona sin tiempo, interés, o capacidad, pueda llegar a asumir como cierta cualquier tipo de afirmación.
En lo relativo a los cuidados, tenencia, responsabilidad de un ser vivo no racional en el hogar, seguimos conviviendo con mentiras, desvirtuación de la realidad, que a medio o largo plazo pueden ser más o menos peligrosos para la calidad de vida y la salud de nuestros sufridos compañeros.
Los perros necesitan grandes espacios para ser felices
Son muchas las personas que siguen argumentando que un cánido familiar no debería residir, jamás, en un piso. Son los principales receptores de tan absurda afirmación los perros de gran tamaño, los galgos, las razas de caza…
Según la falsa verdad que pulula por las redes y los parques, un perro ha de poseer un espacio ilimitado en el que pueda hacer lo que le venga en gana, desarrollar con plenitud y sin trabas sus instintos, o, por el contrario, padecerá una vida de solaz aburrimiento y de injusto confinamiento.
El perro es un animal de grupo, de grupo…
Por esta razón el perro disfruta de la compañía de otros seres vivos, de su propia o distinta especie, con los que haya sido adecuadamente socializado. La posesión de una gran área para el animal no guarda un pleno sentido sin la convivencia con otros seres vivos con los que interaccionar plenamente.
¿Cuántos perros pasan su vida en grandes “cárceles”, extensas fincas con un supuesto fin de guarda y protección (muchos amarrados de por vida a una cadena), parcelas de chalets sin ningún tipo de estímulo, más allá de buscar, hurgar, husmear, escarbar entre los bellos macizos de flores y los divertidos entramados de tubos para el riego?
Para poder darnos cuenta de lo maravilloso, necesario y gratificante de esta situación, algunos especialistas proponen que nos metamos durante un tiempo indefinido en una habitación vacía… vacía.
¿Cuánto tiempo aguantaría un ser humano en esas condiciones? ¿Satisfaría de forma plena sus necesidades innatas aun disponiendo de alimento y agua?
A un perro le hace falta socialización, pautas, rutinas y compañía, pero no espacio.
El espacio se provee con los paseos adecuados, en tiempo y forma, unos momentos del día en el que el animal disfruta percibiendo olores, interaccionando con otros seres vivos y entornos, y, lo más importante, acompañado de su, o sus amigos de dos patas.
Si el animal disfruta de su tiempo de esparcimiento adecuadamente, el hogar será una zona de descanso, de alimentación, una zona tranquila.
Cualquier perro, de cualquier tamaño y característica, puede disfrutar de una vida plena en un apartamento de 40 metros, por poner un simple y claro ejemplo.
Los perros mestizos tienen mejor salud y son más inteligentes
Todos los perros, con o sin raza, tienen SU realidad sanitaria y SU realidad “intelectual”.
Las razas de perro, tal y como las conocemos en la actualidad son el resultado de los cruces marcados por el humano para la consecución de una determinada función.
En la búsqueda de tales características se potencian determinadas habilidades, capacidades, y se obvian otras.
Esta simple realidad hace que los animales de raza sean “especialistas” en determinadas funciones, no con el resto de las capacidades de cánido anuladas, pero si menos potenciadas.
En el caso de los mestizos nos encontramos con una variabilidad genética que surge por el azar de los cruzamientos, un azar que no potencia lo que el humano busca, ya que no interviene generalmente, y que es el resultado de la aleatoriedad genética y de la capacidad evolutiva de la especie.
Un mestizo es un individuo con un número de capacidades más “abiertas” que las de un ejemplar de raza, y, si a ello le sumamos que muchos de los animales mestizos han llegado a nuestros hogares después de difíciles experiencias, podremos apuntar en el haber el aprendizaje de esa vida anterior, algo muy importante para sus futuras tomas de decisiones, actuaciones y comportamientos.
Sanitariamente, sería un poco lo mismo: la especialización provoca una mayor presión y posibilidad de padecimiento de determinadas enfermedades, algo, que como ya hemos comentado, no sucederá en aquellos que han llegado al mundo fruto del azar y de la selección sin presión humana.
Son muchas más las falsedades que rodean al maravilloso mundo del cánido familiar por excelencia, para evitar cualquier error que pueda acarrear problemas comportamentales o físicos, acudamos a fuentes profesionales, contrastadas, y, lo más adecuado es confiar, plenamente, en los consejos de vuestro profesional sanitario, de vuestro veterinario.