CIUDAD DE MÉXICO.- Un módulo de aterrizaje lunar privado estadunidense, que ha estado perdiendo combustible a lo largo de su viaje, se dirige ahora hacia la Tierra y probablemente se quemará en la atmósfera, informó la empresa el sábado.
Astrobotic ha estado publicando actualizaciones periódicas sobre el estado del módulo de aterrizaje Peregrine desde el inicio de su malogrado viaje, que comenzó cuando despegó en un nuevo cohete Vulcan construido por United Launch Alliance el 8 de enero.
Poco después de separarse del cohete, la nave sufrió una explosión a bordo y pronto quedó claro que no lograría un aterrizaje suave en la Luna debido a la cantidad de combustible que estaba perdiendo, aunque el equipo de Astrobotic pudo encender los experimentos científicos que transportaba para la NASA y otras agencias espaciales, y recopilar datos sobre el vuelo espacial.
“Nuestra última evaluación muestra ahora que la nave espacial está en camino hacia la Tierra, donde probablemente se quemará en la atmósfera terrestre”, publicó en X la empresa con sede en Pittsburgh.
El robot con forma de caja lleva ya más de cinco días en el espacio y se encuentra actualmente a 390 mil kilómetros de nuestro planeta, añadió Astrobotic.
Astrobotic es la última entidad privada que ha fracasado en un aterrizaje suave, después de una organización israelí sin fines de lucro y una empresa japonesa.
La NASA había pagado a Astrobotic más de 100 millones de dólares por transportar su carga, en el marco de un programa experimental denominado Commercial Lunar Payload Services. El objetivo general es sembrar una economía lunar comercial y reducir sus propios gastos generales.
La propia Astrobotic tendrá otra oportunidad en noviembre con su módulo de aterrizaje Griffin, que transportará el explorador VIPER de la NASA al polo sur lunar.
En la madrugada del 8 de enero, la nave Peregrine despegó con una tripulación compuesta por instrumentos científicos provenientes de siete países, incluyendo cinco micro robots diseñados en México con el propósito de explorar la superficie del satélite natural de la Tierra.
Sin embargo, la misión fracasó al quedarse sin el suficiente combustible para poder llegar a la luna, y así, el proyecto Colmena de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), no logró su objetivo.
Estos enviados especiales fueron concebidos como un ligero enjambre de exploradores y mineros lunares: con tan solo 60 gramos de peso y 12 centímetros de diámetro, pudieron ser de los robots más pequeños que habían llegado al espacio, pesando menos que una manzana.
Uno de sus objetivos era contribuir a los avances en ingeniería. Al enfrentarse al hostil entorno lunar, los creadores de estos robots esperaban obtener información crucial sobre los desafíos que enfrenta la tecnología en ambientes espaciales.
La página del Laboratorio de Instrumentación Espacial del Instituto de Ciencias Nucleares (LINX-ICN), de la UNAM, donde se desarrollaron los robots, destacó que el “enjambre” iba a demostrar su capacidad para sobrevivir, moverse y comunicarse.
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