La pandemia de la infección por VIH y el sida, ambas, representan el prototipo de una enfermedad infecciosa nueva y emergente cuyo impacto en la salud pública no se había experimentado previamente.
En este sentido, un grupo de investigadores analizaron dos facetas importantes de las enfermedades infecciosas emergentes. Detallaron, por un lado, las características de los microorganismos que las causan, por otro, las características del ser humano que promueven o contribuyen al surgimiento de las enfermedades infecciosas.
El profesor, Fernando García, profesor catedrático del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales, Facultad de Microbiología, Universidad de Costa Rica, indicó en un artículo publicado en Scielo, desde el punto de vista microbiano, se pueden identificar tres aspectos fundamentales.
Los patógenos emergentes son predominantemente virales, en segundo lugar, por los bacterianos. Numéricamente, los virus ARN dominan, constituyendo el 37% de todos los patógenos emergentes.
En el documento, refiere que los virus ARN predominan entre los virus patógenos emergentes que aparentemente entraron en las poblaciones humanas en las últimas décadas, como VIH y el coronavirus asociado al SARS.
*Segundo:
Los patógenos emergentes no se asocian a un único tipo de hospedero, sino que usualmente tienen amplio rango de hospederos que incluye varios órdenes de especies de mamíferos y no mamíferos. En efecto, la mayoría de las infecciones emergentes son de origen zoonótico.
*Tercero:
Los patógenos emergentes tienen un cierto grado de flexibilidad biológica que les permite aprovecharse de nuevas oportunidades epidemiológicas para ingresar a las poblaciones humanas.
Perspectivas y disertaciones
Las enfermedades infecciosas no son un problema reciente, sino que han estado “emergiendo” a lo largo de la historia de la humanidad y es posible identificar, al menos, cuatro transiciones históricas.
La última de esas transiciones es la globalización actual. Muchos factores antropogénicos inciden en el surgimiento de las enfermedades infecciosas emergentes, incluyendo eventos sociales, comportamiento humano, cambios ambientales, políticas en salud pública, procedimientos médicos y otros.
Es muy evidente que la gran mayoría de estos factores determinantes son antropogénicos, es decir, derivan directa o indirectamente de actividades humanas. En efecto, el impacto del ser humano en la biosfera global controla muchas facetas de los ecosistemas.45 Actualmente, una gran parte del agua fresca disponible, la tierra apta para la agricultura, la producción pesquera, el balance del CO2 y el intercambio biótico, entre otros muchos, están dominados en todo el mundo por efectos humanos.
El impacto ecológico humano tiene también consecuencias evolutivas enormes, ya que puede acelerar grandemente los cambios evolutivos en las especies que nos rodean, en particular aquellos microorganismos causantes de enfermedades, pestes agrícolas, especies comensales y especies cazadas comercialmente para consumo humano. Los cambios evolutivos acelerados son fáciles de comprender, ellos derivan de una fuerte presión selectiva ejercida por la tecnología humana.
Sin embargo, el impacto tecnológico ha incrementado tanto en las últimas décadas que el ser humano se ha convertido en la fuerza evolutiva dominante en el mundo actual. La importancia de los cambios evolutivos inducidos por las actividades humanas pueden ser medidos, en algunos casos, desde un punto de vista económico, aunque dicha importancia es más evidente mediante la exposición de sociedades humanas a brotes o epidemias descontroladas.
No se puede cambiar la capacidad evolutiva de los microorganismos para causar enfermedades en el ser humano ni para desarrollar resistencia a los antibióticos y otros agentes quimioterapéuticos antimicrobianos, pero sí es posible intentar, al menos, desacelerar los cambios evolutivos mediante la disminución de la presión selectiva generada por el ser humano.
La era genómica, iniciada hace ya una década, nos permitirá conocer con mucho detalle las características genéticas y de los procesos de evolución de muchos agentes infecciosos y sus interacciones con el ser humano.
Dicha información nos podrá ser útil para establecer novedosos esquemas de prevención y de tratamiento con nuevas vacunas y nuevos agentes quimioterapéuticos antimicrobianos.
Pero solamente con nuevas medidas en Salud Pública, coordinadas con la investigación biomédica que nos proporciona mayor conocimiento, lograremos contrarrestar el impacto actual de las enfermedades infecciosas.
Como seres humanos provocamos muchos cambios en nuestro ambiente y el ambiente nos envía de vuelta una respuesta, a veces en forma de un “desastre natural”, a veces en forma de una (nueva) enfermedad infecciosa.
La conducta humana, en su concepción más amplia, también debe ser considerada y modificada a la luz de la nueva comprensión que tenemos de las enfermedades infecciosas, es un acto tanto de responsabilidad individual como de responsabilidad social. Así, y solamente de esa manera, podremos aminorar el impacto negativo de las enfermedades infecciosas sobre las sociedades humanas presentes y futuras.
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