Cada vez son mas los desastres naturales que obligan a poblaciones enteras a hacer la maleta y huir en busca de seguridad. En esa pequeña maleta no puede ni incluirse una décima parte de todas las pertenencias acumuladas durante una vida, pero hay otras pequeñas cosas que si podríamos llevarnos per el apuro hace que las olvidemos: las medicinas.
El cambio climático contribuye a la mayor severidad y frecuencia de este tipo de desastres. Por ello, ante la imperante amenaza de la naturaleza es responsabilidad exigible el satisfacer las necesidades sanitarias de los desplazados, que se convertirá, cada vez más, en una tarea urgente. El clima extremo genera migración. 21,5 millones de personas al año se desplazan de su tierra natal para huir de los desastres naturales, lo que equivale a 41 personas por minuto.
Huracanes, ciclones, inundaciones e incendios forestales alteran el acceso a los servicios preventivos, de salud mental y tratamientos para enfermedades crónicas. Cuando emigramos no solo renunciamos a la tierra que nos vio nacer sino a todo lo que nos da. Miles de refugiados sirios perdieron accedo a la atención médica y luego se descubrió que padecían enfermedades crónicas como cáncer, hipertensión y diabetes.
Tratamientos interrumpidos
Según un estudio del Journal of General Internal Medicine de 2019, la tasa de supervivencia a diez años de las pacientes con cáncer de mama cuyo tratamiento se vio directamente interrumpido por el huracán Katrina fue marcadamente peor que la de un grupo de control. De igual manera, se conoce que las exposiciones indirectas a sustancias químicas, patógenos transmitidos por el agua y el aire y la contaminación atmosférica aumentan el riesgo de cáncer.
Los incendios aumentan el riesgo de cáncer
España está sufriendo uno de los peores episodios en cuanto a incendios forestales se refieren. Además de amenazar hogares e instalaciones de atención médica, queman partículas peligrosas que están en el aire, lo que aumenta el riesgo de muerte por cáncer de pulmón, de mama y de hígado. Ataques cardíacos, derrames cerebrales y trastornos respiratorios como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica suelen ser algunas de las consecuencias de las llamas.
Una nueva investigación, realizada en el curso de 20 años, demuestra que la gente que vivía en un radio de 50 kilómetros de los incendios forestales en Canadá presentó un riesgo 10% mayor de tumores cerebrales incidentales y un riesgo 4,9% más alto de cáncer de pulmón comparado con gente que vivía en zonas más alejadas.
La gente se desplaza por el cambio climático y según la estructura mundial, acaban pagando justos por pecadores. Es necesaria una investigación y educación para mejorar la manera en que entendemos esta cuestión tan amplia y compleja. ¿Cómo las olas de calor, la escasez de agua, la inseguridad alimentaria o los efectos deshidratantes del tratamiento contra el cáncer podrían amplificar las diferencias asociadas con malos resultados oncológicos?
Frente a los cambios del clima, debe también cambiar las políticas y los protocolos sanitarios. El desconocimiento sobre estos efectos es una realidad que no podemos permitirnos. La Organización Mundial de la Salud, los gobiernos, los profesionales de la sanidad y los grupos de defensa de la salud deben trabajar para paliar los efectos cada vez más devastadores de la nueva realidad planetaria
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