RUSIA.- Joe Biden ha vencido su resistencia y ha dado el paso de aprobar la entrega a Ucrania de bombas de racimo para la contraofensiva frente a Rusia.
Lo ha hecho a pesar de que la mayoría de sus aliados son firmantes de un convenio que prohíbe el uso de esas armas, peligrosas para la población civil, especialmente los niños, incluso años después de lanzarse. Alemania y Francia, por ejemplo, siguen oponiéndose a su uso, pero han sido prudentes y han evitado criticar abiertamente a Washington en las declaraciones que han hecho antes del anuncio oficial.
”Ha sido una decisión muy difícil por mi parte. Y, por cierto, lo hablé con nuestros aliados, lo hablé con nuestros amigos del Capitolio”, ha dicho Biden a la CNN, según el adelanto de una entrevista que se emitirá este domingo. “Los ucranianos se están quedando sin munición”, ha añadido.
Estados Unidos incluye la munición de racimo dentro de un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, según ha confirmado el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, este viernes en rueda de prensa. El Pentágono ha precisado luego que el nuevo paquete, el 42º que entrega Estados Unidos, está valorado en 800 millones de dólares (unos 730 millones de euros) e incluye “cientos de miles” de bombas de racimo entre abundante munición de artillería y blindados.
El Gobierno de Volodímir Zelenski considera las bombas de racimo especialmente útiles en la fase de la contraofensiva para golpear a las tropas rusas atrincheradas en posiciones defensivas, aun siendo conscientes de que las lanzan en su propio territorio y suponen una amenaza para el futuro.
El portavoz ha subrayado que Rusia ha usado masivamente este tipo de munición y que Ucrania se ha comprometido a emplearla con cuidado para intentar minimizar el riesgo para los civiles, subrayando que es para defender su propio territorio. Además, como Rusia ya las ha usado y con una tasa de fallos muy alta, en cualquier caso es necesario realizar una limpieza y desminado del terreno tras el conflicto y Ucrania se ha comprometido a ello, ha añadido.
“Reconocemos que las municiones de racimo crean un riesgo de daños a civiles por artefactos sin estallar. Por eso hemos aplazado la decisión todo lo que hemos podido. Pero también existe un enorme riesgo de daños civiles si las tropas y los tanques rusos arrollan las posiciones ucranianas y toman más territorio ucraniano y someten a más civiles ucranianos” ha insistido Sullivan. “Ucrania no estaría utilizando estas municiones en una tierra extranjera. Es su país el que están defendiendo. Estos son sus ciudadanos, que están protegiendo y están motivados para utilizar cualquier sistema de armas que tienen de una manera que minimice los riesgos para esos ciudadanos”, ha dicho.
Las bombas de racimo son polémicas, se consideran especialmente crueles y están prohibidas por más de un centenar de países firmantes de la Convención de Municiones de Racimo del 2008, entre los que no están Rusia, Ucrania ni Estados Unidos. Las organizaciones de derechos humanos aseguran que tanto Rusia como Ucrania las han usado en la actual guerra. Ese acuerdo internacional se conoce también como la Convención de Oslo, pues fue abierto a la firma en la capital noruega en 2008. Prohíbe el uso, almacenamiento, producción y transferencia de municiones de racimo.
“Alemania también ha firmado la convención; para nosotros no es una opción”, ha declarado a la prensa en Berna (Suiza) el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius. En el mismo sentido se han manifestado las autoridades francesas. La OTAN, sin embargo, no tiene una posición al respecto y deja que cada país tome sus propias decisiones. La Alianza Atlántica celebra su cumbre la semana próxima en Vilnius (Lituania).
La ONU también se opone al uso de estas armas, según ha señalado un portavoz de su secretario general, António Guterres. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha vuelto a pedir este viernes a los países que no las usen. “Las municiones de racimo esparcen pequeñas bombetas por una amplia zona, muchas de las cuales no explotan inmediatamente”, ha declarado la portavoz de la oficina, Marta Hurtado. “Pueden matar y mutilar años después. Por eso su uso debe cesar inmediatamente”, ha añadido.
Las bombas de racimo, también llamadas de fragmentación, se lanzan desde el aire o se disparan desde tierra y esparcen múltiples submuniciones o pequeñas bombas indiscriminadamente sobre un área que puede cubrir el tamaño de un campo de fútbol. Están destinadas a sembrar la destrucción en múltiples objetivos a la vez.
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