Un hombre de 30 años con trastorno bipolar dejó su tratamiento médico para probar un tratamiento alternativo y se automedicó con psilocibina, un compuesto alucinógeno que se encuentra en algunos hongos.
El hombre preparó un “té” en el que hirvió hongos mágicos en agua, lo filtró y luego se lo inyectó por vía intravenosa.
Días después empezó a sentirse mal, con letargo, ictericia, diarrea y náuseas. Su salud empeoró y su familia decidió llevarlo a un hospital.
Los médicos de urgencias descubrieron que tenía una disfunción renal aguda, daño hepático y falla multiorgánica.
Pero fue en terapia intensiva donde los análisis de sangre revelaron que los hongos que se había inyectado se alimentaban de su torrente sanguíneo y crecían dentro de sus venas. El caso fue documentado en el estudio “A ‘Trip’ to the Intensive Care Unit: An Intravenous Injection of Psilocybin”, publicado en ScienceDirect.
Por fortuna el hombre sobrevivió gracias a un intenso tratamiento con antimicóticos, algunos de ellos tuvo que tomarlos incluso después de haber estado en el hospital, para evitar que los hongos volvieran a crecer.