CIUDAD DE MÉXICO.- No existe evidencia científica sólida que demuestre que los suplementos de colágeno puedan ralentizar los signos del envejecimiento cutáneo.
¿Qué es el colágeno?
El colágeno es una proteína estructural fundamental en el organismo. Se compone de aminoácidos obtenidos a través de la dieta y existen más de veinte tipos, distribuidos en huesos, músculos, piel y órganos internos. Los tipos I, II y III predominan en piel, cartílago y tejido conectivo, donde aportan firmeza y elasticidad.
Con el paso del tiempo, la producción natural de colágeno disminuye. Esta reducción se relaciona con la aparición de arrugas, pérdida de elasticidad y otros signos visibles de envejecimiento. No obstante, la idea de que su ingesta en forma de suplemento revierta estos efectos no está respaldada por pruebas científicas concluyentes.
En los últimos años, el colágeno se consolidó como el ingrediente estrella de la industria cosmética y el mercado ofrece una amplia gama de polvos y pastillas de colágeno, promocionados como herramientas para detener el envejecimiento y mejorar la apariencia de la piel.
Estas promesas se basan en la suposición de que el colágeno ingerido puede reponer directamente las reservas cutáneas. Sin embargo, el Dr. Mosahebi sostiene que esta creencia carece de base científica sólida. “Cuando comes algo, no va directamente a tu piel… no va a ir directamente de tu boca a tu cara y arrugas”, explicó el especialista, aludiendo a la complejidad de los procesos de absorción y distribución de nutrientes en el organismo.
Además, Mosahebi, referente en cirugía plástica y reconstructiva, subrayó que no existen estudios de gran escala ni revisados por pares que demuestren beneficios superiores del colágeno suplementado frente a una alimentación equilibrada rica en proteínas. Parte del colágeno consumido puede ser absorbido y participar en la reparación de tejidos, pero no existe un mecanismo que asegure que llegue específicamente a la piel.
“No hay evidencia directa de que el colágeno, tomado solo, haga algo más que comer suficiente proteína”, resaltó Mosahebi, desestimando la idea de que estos suplementos sean una herramienta eficaz contra el envejecimiento cutáneo.
En ese sentido, una revisión sistemática y metaanálisis publicada en The American Journal of Medicine, que analizó 23 ensayos clínicos aleatorizados con 1.474 participantes, concluyó que, si bien algunos estudios reportaron mejoras en hidratación, elasticidad y arrugas con el uso de suplementos de colágeno, estos efectos no se confirmaron de manera consistente en otros estudios clasificados como de mayor rigor metodológico, por lo que la evidencia clínica actual sobre su efectividad en el envejecimiento cutáneo sigue siendo limitada.
Además de los suplementos orales, la industria cosmética ofrece cremas y productos tópicos con colágeno. Según el Dr. Mosahebi, estos productos no logran atravesar la barrera cutánea debido al tamaño molecular del colágeno, lo que impide su llegada a las capas profundas de la piel.
El especialista afirmó que “usar productos para el cuidado de la piel con colágeno tampoco hará una diferencia a largo plazo en el envejecimiento”. Esta limitación refuerza la postura de que las intervenciones tópicas con colágeno no representan una solución efectiva.
El envejecimiento cutáneo está determinado por una combinación de factores genéticos y de estilo de vida. El Dr. Mosahebi explicó que, aunque la genética influye, los hábitos diarios tienen un impacto considerable en la salud de la piel.
Entre los factores más relevantes se encuentran la exposición al sol, el consumo de tabaco, la hidratación y la alimentación. La radiación ultravioleta acelera la degradación del colágeno, mientras que el tabaquismo afecta la oxigenación y la circulación. Una dieta deficiente en proteínas, por su parte, limita la capacidad del cuerpo para mantener la estructura cutánea.
Frente a la falta de respaldo científico sobre los suplementos de colágeno, el Dr. Mosahebi propone estrategias prácticas y accesibles para conservar la salud de la piel:
Mantener una alimentación balanceada, rica en proteínas.
Evitar la exposición solar prolongada y utilizar protector solar diariamente.
No fumar, ya que el tabaco perjudica los tejidos cutáneos.
Mantener una hidratación adecuada para conservar la elasticidad.
Usar productos hidratantes con ingredientes como el ácido hialurónico, que ayuda a retener la humedad en la piel.
El especialista sostiene que la clave para una piel saludable y de apariencia joven está en la combinación de hábitos saludables, protección ambiental y una dieta nutritiva, más que en productos cuya eficacia no fue probada científicamente.