Cancún, – La primer invasión que sucedió en México, fue por parte de los españoles, cuando Hernán Cortés llegó con algunos soldados desde Cuba e invadió y conquistó a México.
A lo largo de la historia de México, se han escrito capítulos que no han beneficiado mucho al país. Tal es el caso de las invasiones extranjeras que se han suscitado.
Posteriormente, luego de que México lograra independizarse de España en 1821, sufrió algunas otras intervenciones, una de las más trágicas fue la de los Estados Unidos en 1848, cuando tras perder la guerra, el país tuvo que ceder más de la mitad de su territorio.
Sin embargo, otras naciones también han llegado al país para invadirlo. Tal es el caso de Francia, quien en dos ocasiones atacó México y, en la segunda de ellas, desembocó en el Segundo Imperio, al mando de Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, en 1864.
Sin embargo, la primer intervención francesa en el país, ocurrió muchos años antes, e inició un día como hoy, un 16 de abril, pero de 1838, y fue por un conflicto conocido como la Guerra de los Pasteles. La historia cuenta que en 1832, un pastelero francés, que tenía un negocio en la población de Tacubaya, en lo que ahora forma parte de la Ciudad de México, pidió ayuda a su gobierno porque unos militares mexicanos se fueron de su establecimiento sin pagar unos bizcochos que habían pedido, además de causar alboroto y destrozos en la tienda.
Este pastelero llevaba el nombre de Remontel, sin embargo, no era el único que tenía motivos de queja. Otros comerciantes también habían protestado con el embajador francés, el barón Deffaudis, a causa de los supuestos destrozos y alborotos de los oficiales del aquel entonces presidente Antonio López de Santa Anna. Aunque es difícil creer que una simple deuda de pastelillos desencadenó una guerra que culminaría en una invasión.
En realidad, el problema era consecuencia de las complicadas relaciones que, de forma crónica, llevaban manteniendo los gobiernos de ambos países durante toda esa década, a causa de las ambiciones comerciales de Francia.
Un año antes de que estallara el conflicto, el 28 de marzo de 1837, Francia había bloqueado los puertos de Buenos Aires y Monte Video con el objetivo, según informó Aimé Roger, vicecónsul francés, al primer ministro de su país, de “infligir a la invencible Buenos Aires un castigo ejemplar, que será una lección saludable para todos los demás Estados americanos. Corresponde a Francia hacerse conocer si quiere que se la respete”.
Así que, el motivo real del conflicto armado, venía de años atrás y partía de la negativa de Guadalupe Victoria, quien fuera el primer presidente del gobierno republicano de México entre 1824 y 1829, de conceder privilegios a las rutas comerciales francesas, negativa que se hacía extensiva asimismo a todos los países que se hubieran negado a reconocer la independencia de México. Además, no ayudó mucho que un ciudadano francés fuera fusilado en el puerto de Tampico, en Tamaulipas, en 1832, acusado de piratería.
Para 1838, el gobierno francés había sido incapaz de alcanzar un acuerdo comercial, con el recién formado gobierno mexicano. El representante de Francia, Antoine Louis Deffaudis, no estaba de acuerdo con dos artículos que habían sido firmados entre México y España, en los que se prohibía atacar un territorio reclamado por un país amigo y concederle ciertos privilegios especiales.
Deffaudis, airado, se retiró de las negociaciones y regresó a Francia, para volver unos meses más tarde con diez barcos de guerra con la clara intención de “hacer entrar en razón” al gobierno mexicano. Tras fondear frente a la isla de Sacrificios, en Veracruz, Deffaudis amenazó con invadir el territorio mexicano si México no cumplía las condiciones del ultimátum lanzado por los franceses, que vencía el 15 de abril de 1838.
Tras la negativa del gobierno mexicano de pagar la indemnización solicitada por los franceses, se ordenó que se estableciera un bloqueo marítimo en los puertos de Veracruz y Tampico, que duró ocho meses. El 13 de noviembre de 1838, tras no doblegar a los mexicanos, llegaron a las costas de México más de 20 navíos, entre ellos, uno comandado por el príncipe de Joinville, hijo del rey Luis Felipe I.
A su llegada, Baudin dijo traer órdenes de Francia para exigir a México el pago de 600 mil pesos antes del 27 de noviembre. Al no cumplirse lo exigido, los franceses atacaron la fortaleza de San Juan de Ulúa, en Veracruz.
En este contexto, el entonces presidente Anastasio Bustamante puso al mando de las tropas mexicanas a Antonio López de Santa Anna, quien no pudo evitar una dura derrota en esa batalla. Al final, México se vio obligado a pagar la deuda y Santa Anna perdió una pierna por una fuerte herida.
El nueve de marzo de 1839, finalmente, se llegó a un acuerdo que ponía fin a las hostilidades, con ayuda de Gran Bretaña, quien veía seriamente afectadas sus rutas comerciales a causa del conflicto.