• 18/05/2024
  • Cancún, Quintana Roo, México

¿Comerse la placenta tiene algun beneficio real? Aquí te decimos

¿Comerse la placenta tiene algun beneficio real? Aquí te decimos

La placentofagia es la controvertida práctica de comerse la placenta después del parto. Se ha puesto de moda y sus principales impulsores han sido diversas figuras del espectáculo.

Hay que anotar que la placentofagia no es un concepto nuevo, pero sí comenzó a popularizarse hace algunos años, cuando corrió el rumor de que el actor Tom Cruise se había comido la placenta y el cordón umbilical de una hija suya.

De ahí en más, la práctica se asoció a celebridades como Jennifer López, Kim Kardashian y Alicia Silverstone, entre otras. Los defensores dicen que comer la placenta aporta vigor y evita la depresión posparto. ¿Es así?

¿Qué es la placentofagia?
La placenta es un órgano fundamental durante el embarazo. Cumple con el papel de llevar nutrientes y oxígeno al bebé, al tiempo que filtra los desechos a través del cordón umbilical. Después de que nace el pequeño, se presenta el alumbramiento, que es la expulsión de la placenta al exterior.

Los defensores de la placentofagia aseguran que esta es una práctica saludable. Basan esa afirmación en que los mamíferos se comen la placenta después de que nacen sus crías.

Si bien esto es cierto, la intención de los animales es no dejarle rastros a los depredadores.
La placentofagia es entendida como una costumbre milenaria por la cultura popular. Sin embargo, no hay evidencias históricas contundentes de que esto sea cierto. Incluso, en comunidades sometidas a la hambruna, no hay reportes de que se ingiera la placenta como alimento.

Lo que sí hay son referencias al uso de partes de la placenta con diferentes fines; a veces mágicos y otras veces cosméticos. En la actualidad se fabrican unas cápsulas con este órgano. También se cocina o se come cruda.

Los supuestos beneficios de la placentofagia
La placentofagia ha cobrado fuerza porque, supuestamente, el hecho de comer el órgano trae beneficios, tanto físicos como psicológicos. Se asocia la fuente de nutrición para el feto con la idea de que sigue siendo nutricia tras el alumbramiento.

Dentro de los aparentes beneficios de comer la placenta se dice que es una importante fuente de hierro, un elemento requerido por las mujeres tras el parto. Sin embargo, una investigación de 2016 probó que esto no es cierto. No hubo mayor diferencia entre comer cápsulas de placenta versus las de carne deshidratada.

También se ha dicho que es una gran fuente de vitamina K y un poderoso antihemorrágico, lo cual sería muy valioso para afrontar algunos malestares tras el parto. Hasta el momento, no existe ninguna evidencia científica de que tenga estas propiedades.

Uno de los principales impulsores de la placentofagia es su supuesto efecto benéfico frente a la depresión posparto. Se dice que aporta vigor y reduce la fatiga, generando un equilibrio hormonal que mejora el estado de ánimo. Nada de esto ha sido comprobado.

Otros aparentes beneficios serían los siguientes:

  • Alivio de los dolores.
  • Incremento en la producción de leche materna.
  • Mejora en la contracción del músculo uterino.
  • Aumento de la elasticidad de la piel.
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Los riesgos de la placentofagia
La placentofagia no sería más que una práctica anecdótica, si no fuera porque entraña importantes riesgos. Por regla general, las placentas están colonizadas por bacterias al entrar en contacto con el ambiente externo.

En el mercado, la placenta es sometida a un proceso y luego encapsulada para ser ingerida. Sin embargo, este tipo de procedimientos no están regulados y no existe ninguna garantía de que se eliminen los peligros biológicos.

En Estados Unidos existen reportes de casos en los que las madres tomaron píldoras de placenta y estas contenían estreptococos del grupo B. Al darle leche a sus hijos, los niños se infectaron.

Un estudio publicado en 2018 señaló que no se ha encontrado ningún beneficio real en la placentofagia y que, en cambio, los riesgos pueden ser muy altos. Por lo tanto, es una práctica que no se recomienda bajo ninguna circunstancia.

Otros posibles riesgos
Un riesgo de la placentofagia sobre el que no se habla mucho es el hecho de que la placenta puede contener cantidades relativamente importantes de dos hormonas: estradiol y progesterona. Existe la posibilidad de que esto genere un efecto clínico al reducir la producción de leche e incrementar la formación de coágulos.

Así mismo, en muchas placentas se han encontrado restos de elementos como arsénico, mercurio y plomo. No es claro si la cantidad en la que se encuentran llega a ser nociva para la madre y el bebé.

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